26 de enero de 2012

¡ Da gracias a Dios, porque tienes un tesoro !

Muchas veces lo hemos comentado en clase. Hoy me habéis preguntado, que ¿qué tienen los cristianos que las personas los persiguen e incluso los matan?.
Mirad: Nosotros somos portadores, y tenemos el Reino de Dios en nuestros corazones, como dice San Pablo lo llevamos como en vasijas de barro.
Somos portadores de una verdad, un mensaje y llevamos la Buena Noticia de un Mensajero que nos enseñó a amarnos unos a otros e incluso nos dijo que amáramos a nuestros enemigos.
No olvidemos que a Él lo crucificaron y sus últimas palabras fueron: "Perdónales, porque no saben lo que hacen".


Siguiendo su ejemplo, después de más de dos mil años, vemos que tras maltratarnos, se ha devuelto una sonrisa o una frase de perdón a los verdugos.
Por eso se necesita mucha fe, y mucha gracia de Dios para en esos momentos, perdonar a los enemigos y no devolver mal por mal.
¡Tú no seas rencoroso y da gracias a Dios por la libertad religiosa con que contamos en nuestra sociedad!.

25 de enero de 2012

El Domingo es el día del Señor...

En este lugar vamos a colocar archivos donde nos resuman la enseñanza principal de las lecturas y del Evangelio de cada Domingo....

Te animo a que te pases de vez en cuando a ver qué enseñanza corresponde al domingo que viene. (En la página Domingo)

Aquí encontrarás unos buenos consejos, sencillamente para ser mejor persona, y para que vayan haciendo de tí un hombre o una mujer de virtudes espirituales y de valores morales.


¡ Tu maestro de Reli te desea un feliz Día del Señor!

18 de enero de 2012

¡Maestro, reza por mí!.

Me encuentras por el pasillo, entre clase y clase, te pones a mi lado y me pides que rece por tí, que tienes un problema muy gordo. Me paro, te miro fíjamente y te digo si te puedo ayudar en algo. Tú me insistes en que rece por ti y por un familiar, que tiene una enfermedad muy grave. Te das la vuelta y te marchas, sin darme tiempo a decirte nada más.

Tu petición ha sido como un recordatorio que uno encuentra en un libro que leyó hace tiempo y no lo quitó.

Amigo mío, ¿no sabes que yo tengo la obligación de rezar por ti, y por tus compañeros aunque no me lo pidáis?. Lo vengo haciendo desde el primer instante que me dijeron que venía a Rojales. Aun antes de saber que tú y tus compañeros existíais, oré a Nuestro Señor Jesucristo por todos vosotros, y lo sigo haciendo cada día.

¡¡ Señor Jesús, no permitas

que nada malo pase a ninguno de estos chicos

que Tú has puesto en mis manos,

no dejes que ninguno de ellos se pierda.

Protégelos, bendícelos, iluminales con tu rostro,

fíjate en ellos, dales tu paz

y concédeles siempre tu favor!!.

Gracias, ¡ Que así sea!.

12 de enero de 2012

¡¡ Se necesita testiculina !!

Esta mañana, amigo mío, después de haber tenido clase, me dabas una fotocopia y me decías que me la leyera; que estabas un poco cansado de esta sociedad, tan vacía, que te estabas planteando cosas serias para tu vida, aunque fuera una toma de contacto. Me preguntabas por el Seminario y me decías que si yo lo conocía, si había ido...

Yo te escuchaba en silencio, te dejaba hablar, porque te veía con ganas de transmitirme tus emociones y sobre todo tus sentimientos. Cuando yo te he preguntado: ¿en el Seminario? tú me has dicho, que no para ser cura, simplemente para estudiar allí un tiempo, y para clarificarte un poco la mente y las ideas.

Como no tenía más tiempo, te he dicho que nos veríamos mañana. Cuando he llegado a mi casa he visto la fotocopia, y la he leído. “Crónica del abismo” de Ángel García Pintado, periodista y poeta, Reproduzco aquí el escrito:

Olvidadizos se nos pretende.
Dúctiles y olvidadizos.
Comunes.
Veloces...
y comunes.
Atareados, oportunos...
y comunes.
Tácticos, prácticos, simpáticos...
y comunes.
Fragmentados, adaptados, organizados, premiados...
y comunes.
Regalados, dispuestos, sintéticos, orinados, diagramados...
y comunes.
Galardonados, rutilantes, conjurados, dialogantes, refulgentes,
productivos...
y comunes.
Rítmicos, programáticos, sinrencores, idiomáticos, futuribles, provechosos,
higiénicos...
y comunes.
Conchabados, individualistas, gregarios, ordeñados, lavados y peinados,
planchados y desteñidos (o bellamente arrugados)...
y comunes.
Personalistas, adosados, positivos, benévolos, melifluos, hipotecados,
amurallados, zalameros, ávidos...
y comunes.
Aviesos, doblegados, babosos, rácanos, serviciales, amables, productivos,
obsequiosos, mediáticos, oficiosos...
y comunes.
Así, y no de otra manera,
se nos quiere: COMUNES.

Efectivamente, cuando lo lees, observas la razón que lleva este hombre, porque en la sociedad en que vivimos o somos críticos o terminaremos siendo olvidadizos. Se pretende que no salgamos del montón, y pronto se nos olvida que hemos sido creados, que hemos nacido para la excelencia, para hacer cosas grandes, y que no somos como los demás. Sin embargo se nos quiere vulgares, comunes, que no destaquemos, así otros nos podrán manipular más fácilmente.

Si te estás planteando algo en la vida, no lo dudes y hazlo. En la vida se necesita “testiculina” para cortar las cuerdas de la marioneta, que otros pretenden hacer de nosotros, y tener vida por nosotros mismos.

Sinceramente me alegro por ti, y te animo a que seas una persona excelente. Recuerda que puedes conseguir lo que te propongas en la vida y lo que hagas, será para ti, los demás nos alegraremos o nos entristeceremos, pero lo importante es que siempre será para ti. ¡Siente orgulloso y haz lo que deseas!.

9 de enero de 2012

¿Por qué no me llama Jesús a mí?

Cuando esta mañana, a primera hora de clase, y tras volver de vacaciones de Navidad, leía el Evangelio de hoy (Mc 1, 14-20) a la clase de 1º A y B de la ESO, donde Jesús, pasando junto al lago de Galilea, llamó a sus primeros discípulos, a Simón, a Andrés, a Santiago y a Juan, y rápidamente le siguieron; Guillermo me interrumpía preguntándome que porqué a él no le llamaba Jesús para seguirle. Yo le he contestado que esa llamada de Jesús, no es solo para aquellos cuatro, sino que Jesús sigue llamando personalmente a cada uno de nosotros que hoy volvemos a escuchar ese relato.
Jesús mismo en persona nos vuelve a llamar a cada uno de nosotros y está esperando nuestra pronta respuesta, a dejar todo lo que nos molesta y a poder seguirle con plena libertad. ¿A qué esperas tú a seguir a Jesús?. Hoy no hay crisis de llamada, hay crisis de respuesta a la vocación.

5 de enero de 2012

¿Países que persiguen a cristianos?



Parece mentira que en estos tiempos en que a todos se nos llena la boca con la palabra "Libertad", aún se puedan escuchar noticas como esta.

Como viene haciendo anualmente, la ONG Open Doors, que se encuentra presente en varios países y cuya finalidad es defender a los cristianos perseguidos en el mundo, elabora este índice. En Corea del Norte, a los creyentes se les considera "enemigos del Estado", se calcula que aproximadament entre 50.000 y 70.000 practicantes de la fe cristiana están recluídos en campos de trabajo.

“Los cristianos forman parte de los grupos religiosos más perseguidos en el mundo”, afirma Open Doors. Según la ONG, la situación ha empeorado para estos creyentes, especialmente en las regiones donde ha cobrado más fuerza el fundamentalismo islámico.


Bajo el título “Los 50 países en donde la fe es más costosa”, Open Doors presenta el listado y los lugares del mundo donde se da esta persecución, a la que define como todo tratamiento injusto a los cristianos en razón de su religión.

“El extremismo islámico ha sido la principal causa de persecución de los cristianos en 2011”, afrma Open Doors y ello explica la fuerte presencia de países musulmanes en la lista. Hay 9 entre los 10 primeros y 38 sobre el total de 50 estudiados.

“En países como Afganistán, Arabia Saudita, Somalia e Irán”, que ocupan en ese orden los puestos 2 a 5, “los cristianos no gozan de casi ninguna libertad”, dice el informe.

En América Latina, sólo dos países están presentes: Cuba y Colombia. El caso del primero (puesto nº 42) no necesita mayor explicación. En cuanto a la inclusión de Colombia (nº47) se debe al accionar de las guerrillas, “que se dedican actualmente al tráfico de drogas” y que “asesinan a los pastores (protestantes) que se niegan a cooperar”, dice la ONG.

El listado de los 50 países que persiguen a los cristianos son:

1.-Corea del Norte
18.- Turkmenistán
35.- Túnez
2.-Afganistán
19.- Vietnam
36.- Siria
3.-Arabia Saudita
20 .-Chechenia
37.- Emiratos Árabes Unidos
4.- Somalia
21.- China
38.- Etiopía
5.-Irán
22.- Qatar
39.- Yibuti
6.-Maldivas
23.- Argelia
40.- Jordania
7.-Uzbekistán
24.- Comores
41.- Cuba
8.-Yemen
25.- Azerbaiyán
42.- Bielorrusia
9.-Irak
26.- Libia
43.- Indonesia
10.-Pakistán
27.- Omán
44.- Territorios Palestinos
11.- Eritrea
28.- Brunei
45.- Bahrein
12.- Laos
29.- Marruecos
46.- Colombia
13.- Nigeria (Norte)
30.- Kuwait
47.- Kirguistán
14.- Mauritania
31.- Turquía
48.- Bangladesh
15.-Egipto
32.- India
49.- Malasia
16.-Sudán (Norte)
33- Birmania (Myanmar)
50.-
17.-Bután
34.- Tayikistán



Según las predicciones para el 2012, la organización Release International informó que teme que la situación de los cristianos a nivel mundial podría empeorar en las regiones donde la persecución cristiana es ya habitual.

"En todo el mundo, el número de cristianos encarcelados por su fe parece que irá en aumento en 2012", dijo el director general de Release International Andy Dipper.

 Fuente: Fuerza latina cristiana.

3 de enero de 2012

No dejemos de poner el Belén

No podemos empezar esta andadura con un mejor comienzo. El año nuevo, en el marco de la Navidad.

Siempre tenemos mil excusas para no poner el Belén en nuestras casas, escuelas, y otros lugares de trabajo. Pero sin embargo tenemos tiempo para perderlo en cien mil cosas.
Esta foto que nos acompaña es el nacimiento que hemos puesto en el IES la Encantá de Rojales, donde estoy, desde hace unos siete años, y que gracias a D. José Antonio Cano y a la Cofradía de los Azotes de Rojales, que nos dejan las figuras, lo montamos. Pero como te decía, siempre tenemos mil excusas para no montarlo.

Este curso le envío un saludo especial a D. José Antonio Cano y a D. Manuel Cartagena, ambos, hijos de Rojales y compañeros de este IES, que han realizado este fantástico nacimiento, y aunque a última hora, pero lo pudimos poner.

Como os decía, creo que es importantísimo hacer un hueco y aunque sean los personajes centrales, ponerlos porque en ellos vemos la generosidad, la misericordia y la caridad de Dios con la humanidad que en lugar de dejar que se condenara, la redimió, por medio de su Hijo Jesucristo. ¿Se puede pedir más amor?. Dios mismo se hizo hombre, para que los hombres pudiésemos llegar a Dios. Ese es el misterio de la Navidad. Y sin nacimiento, habrá fiesta, habrá fraternidad de mantel, con luces y música, tendremos tal vez vacaciones, habrá.... de todo, pero ..., si no nace el Niño Jesús, no hay Navidad.

¡Cuánto bien, hace a los pequeños el ver la importancia del nacimiento del Niño en el portal de Belén!. ¡Cuánto bien hace que los jóvenes vean la entrega incondicional de María y de José a Dios, sin pararse a pensar en el qué dirán los demás!. ¡Cuánto bien hace que los adultos que tomemos ejemplo de la sencillez de los pastores cuando fueron a adorarle! ¡Cuánto bien nos hace a todos podernos asomar a aquel acontecimiento que se renueva todos los años y que lo podemos revivir en cada una de las Eucaristías, viendo a Dios bajar a la tierra para salvar a la humanidad!. Por todo eso, no dejemos nunca de poner el Belén.

Felicito a todos mis colegas, al equipo directivo, a mis compañeros del IES La Encantá, deseando que el Niño Dios nos bendiga con un buen año nuevo y guíe para educar lo mejor que podamos a todos los chicos que pasan por nuestras aulas; y a éstos que los guarde los proteja e ilumine para que les conceda su bienestar y puedan ser hombres y mujeres de provecho a la sociedad que tanto espera de ellos para hacer una gran nación. Que el Señor nos colme de sus bendiciones a España y a todas sus gentes.

¡¡ Feliz Navidad y Bendito año nuevo .!!

2 de enero de 2012

Educar a los Jóvenes en la Justicia y la Paz

Mensaje de la XLV Jornada Mundial de la Paz

MENSAJE DE SU SANTIDAD
BENEDICTO XVI
PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
XLV JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ

1 DE ENERO DE 2012

EDUCAR A LOS JÓVENES EN LA JUSTICIA Y LA PAZ


El Papa visitará Cuba del 26 al 28 de marzo y verá a Raúl Castro1. El comienzo de un Año nuevo, don de Dios a la humanidad, es una invitación a desear a todos, con mucha confianza y afecto, que este tiempo que tenemos por delante esté marcado por la justicia y la paz.

¿Con qué actitud debemos mirar el nuevo año? En el salmo 130 encontramos una imagen muy bella. El salmista dice que el hombre de fe aguarda al Señor «más que el centinela la aurora» (v. 6), lo aguarda con una sólida esperanza, porque sabe que traerá luz, misericordia, salvación. Esta espera nace de la experiencia del pueblo elegido, el cual reconoce que Dios lo ha educado para mirar el mundo en su verdad y a no dejarse abatir por las tribulaciones. Os invito a abrir el año 2012 con dicha actitud de confianza. Es verdad que en el año que termina ha aumentado el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas. Parece como si un manto de oscuridad hubiera descendido sobre nuestro tiempo y no dejara ver con claridad la luz del día.
En esta oscuridad, sin embargo, el corazón del hombre no cesa de esperar la aurora de la que habla el salmista. Se percibe de manera especialmente viva y visible en los jóvenes, y por esa razón me dirijo a ellos teniendo en cuenta la aportación que pueden y deben ofrecer a la sociedad. Así pues, quisiera presentar el Mensaje para la XLV Jornada Mundial de la Paz en una perspectiva educativa: «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», convencido de que ellos, con su entusiasmo y su impulso hacia los ideales, pueden ofrecer al mundo una nueva esperanza.

Mi mensaje se dirige también a los padres, las familias y a todos los estamentos educativos y formativos, así como a los responsables en los distintos ámbitos de la vida religiosa, social, política, económica, cultural y de la comunicación. Prestar atención al mundo juvenil, saber escucharlo y valorarlo, no es sólo una oportunidad, sino un deber primario de toda la sociedad, para la construcción de un futuro de justicia y de paz.

Se ha de transmitir a los jóvenes el aprecio por el valor positivo de la vida, suscitando en ellos el deseo de gastarla al servicio del bien. Éste es un deber en el que todos estamos comprometidos en primera persona.

Las preocupaciones manifestadas en estos últimos tiempos por muchos jóvenes en diversas regiones del mundo expresan el deseo de mirar con fundada esperanza el futuro. En la actualidad, muchos son los aspectos que les preocupan: el deseo de recibir una formación que los prepare con más profundidad a afrontar la realidad, la dificultad de formar una familia y encontrar un puesto estable de trabajo, la capacidad efectiva de contribuir al mundo de la política, de la cultura y de la economía, para edificar una sociedad con un rostro más humano y solidario.

Es importante que estos fermentos, y el impulso idealista que contienen, encuentren la justa atención

en todos los sectores de la sociedad. La Iglesia mira a los jóvenes con esperanza, confía en ellos y los anima a buscar la verdad, a defender el bien común, a tener una perspectiva abierta sobre el mundo y ojos capaces de ver «cosas nuevas» (Is 42,9; 48,6).

Los responsables de la educación

2. La educación es la aventura más fascinante y difícil de la vida. Educar –que viene de educere en latín– significa conducir fuera de sí mismos para introducirlos en la realidad, hacia una plenitud que hace crecer a la persona. Ese proceso se nutre del encuentro de dos libertades, la del adulto y la del joven. Requiere la responsabilidad del discípulo, que ha de estar abierto a dejarse guiar al conocimiento de la realidad, y la del educador, que debe de estar dispuesto a darse a sí mismo. Por eso, los testigos auténticos, y no simples dispensadores de reglas o informaciones, son más necesarios que nunca; testigos que sepan ver más lejos que los demás, porque su vida abarca espacios más amplios. El testigo es el primero en vivir el camino que propone.

¿Cuáles son los lugares donde madura una verdadera educación en la paz y en la justicia? Ante todo la familia, puesto que los padres son los primeros educadores. La familia es la célula originaria de la sociedad. «En la familia es donde los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. En la familia es donde se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la acogida del otro»[1].Ella es la primera escuela donde se recibe educación para la justicia y la paz.

Vivimos en un mundo en el que la familia, y también la misma vida, se ven constantemente amenazadas y, a veces, destrozadas. Unas condiciones de trabajo a menudo poco conciliables con las responsabilidades familiares, la preocupación por el futuro, los ritmos de vida frenéticos, la emigración en busca de un sustento adecuado, cuando no de la simple supervivencia, acaban por hacer difícil la posibilidad de asegurar a los hijos uno de los bienes más preciosos: la presencia de los padres; una presencia que les permita cada vez más compartir el camino con ellos, para poder transmitirles esa experiencia y cúmulo de certezas que se adquieren con los años, y que sólo se pueden comunicar pasando juntos el tiempo. Deseo decir a los padres que no se desanimen. Que exhorten con el ejemplo de su vida a los hijos a que pongan la esperanza ante todo en Dios, el único del que mana justicia y paz auténtica.

Quisiera dirigirme también a los responsables de las instituciones dedicadas a la educación: que vigilen con gran sentido de responsabilidad para que se respete y valore en toda circunstancia la dignidad de cada persona. Que se preocupen de que cada joven pueda descubrir la propia vocación, acompañándolo mientras hace fructificar los dones que el Señor le ha concedido. Que aseguren a las familias que sus hijos puedan tener un camino formativo que no contraste con su conciencia y principios religiosos.

Que todo ambiente educativo sea un lugar de apertura al otro y a lo transcendente; lugar de diálogo, de cohesión y de escucha, en el que el joven se sienta valorado en sus propias potencialidades y riqueza interior, y aprenda a apreciar a los hermanos. Que enseñe a gustar la alegría que brota de vivir día a día la caridad y la compasión por el prójimo, y de participar activamente en la construcción de una sociedad más humana y fraterna.

Me dirijo también a los responsables políticos, pidiéndoles que ayuden concretamente a las familias e instituciones educativas a ejercer su derecho deber de educar. Nunca debe faltar una ayuda adecuada a la maternidad y a la paternidad. Que se esfuercen para que a nadie se le niegue el derecho a la instrucción y las familias puedan elegir libremente las estructuras educativas que consideren más idóneas para el bien de sus hijos. Que trabajen para favorecer el reagrupamiento de las familias divididas por la necesidad de encontrar medios de subsistencia. Ofrezcan a los jóvenes una imagen límpida de la política, como verdadero servicio al bien de todos.

No puedo dejar de hacer un llamamiento, además, al mundo de los medios, para que den su aportación educativa. En la sociedad actual, los medios de comunicación de masa tienen un papel particular: no sólo informan, sino que también forman el espíritu de sus destinatarios y, por tanto, pueden dar una aportación notable a la educación de los jóvenes. Es importante tener presente que los lazos entre educación y comunicación son muy estrechos: en efecto, la educación se produce mediante la comunicación, que influye positiva o negativamente en la formación de la persona.

También los jóvenes han de tener el valor de vivir ante todo ellos mismos lo que piden a quienes están en su entorno. Les corresponde una gran responsabilidad: que tengan la fuerza de usar bien y conscientemente la libertad. También ellos son responsables de la propia educación y formación en la justicia y la paz.

Educar en la verdad y en la libertad

3. San Agustín se preguntaba: «Quid enim fortius desiderat anima quam veritatem? – ¿Ama algo el alma con más ardor que la verdad?»[2]. El rostro humano de una sociedad depende mucho de la contribución de la educación a mantener viva esa cuestión insoslayable. En efecto, la educación persigue la formación integral de la persona, incluida la dimensión moral y espiritual del ser, con vistas a su fin último y al bien de la sociedad de la que es miembro. Por eso, para educar en la verdad es necesario saber sobre todo quién es la persona humana, conocer su naturaleza. Contemplando la realidad que lo rodea, el salmista reflexiona: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para que de él te cuides?» (Sal 8,4-5). Ésta es la cuestión fundamental que hay que plantearse: ¿Quién es el hombre? El hombre es un ser que alberga en su corazón una sed de infinito, una sed de verdad –no parcial, sino capaz de explicar el sentido de la vida– porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Así pues, reconocer con gratitud la vida como un don inestimable lleva a descubrir la propia dignidad profunda y la inviolabilidad de toda persona. Por eso, la primera educación consiste en aprender a reconocer en el hombre la imagen del Creador y, por consiguiente, a tener un profundo respeto por cada ser humano y ayudar a los otros a llevar una vida conforme a esta altísima dignidad. Nunca podemos olvidar que «el auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones»[3],incluida la trascendente, y que no se puede sacrificar a la persona para obtener un bien particular, ya sea económico o social, individual o colectivo.

Sólo en la relación con Dios comprende también el hombre el significado de la propia libertad. Y es cometido de la educación el formar en la auténtica libertad. Ésta no es la ausencia de vínculos o el dominio del libre albedrío, no es el absolutismo del yo. El hombre que cree ser absoluto, no depender de nada ni de nadie, que puede hacer todo lo que se le antoja, termina por contradecir la verdad del propio ser, perdiendo su libertad. Por el contrario, el hombre es un ser relacional, que vive en relación con los otros y, sobre todo, con Dios. La auténtica libertad nunca se puede alcanzar alejándose de Él.

La libertad es un valor precioso, pero delicado; se la puede entender y usar mal. «En la actualidad, un obstáculo particularmente insidioso para la obra educativa es la masiva presencia, en nuestra sociedad y cultura, del relativismo que, al no reconocer nada como definitivo, deja como última medida sólo el propio yo con sus caprichos; y, bajo la apariencia de la libertad, se transforma para cada uno en una prisión, porque separa al uno del otro, dejando a cada uno encerrado dentro de su propio “yo”. Por consiguiente, dentro de ese horizonte relativista no es posible una auténtica educación, pues sin la luz de la verdad, antes o después, toda persona queda condenada a dudar de la bondad de su misma vida y de las relaciones que la constituyen, de la validez de su esfuerzo por construir con los demás algo en común»[4].

Para ejercer su libertad, el hombre debe superar por tanto el horizonte del relativismo y conocer la verdad sobre sí mismo y sobre el bien y el mal. En lo más íntimo de la conciencia el hombre descubre una ley que él no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz lo llama a amar, a hacer el bien y huir del mal, a asumir la responsabilidad del bien que ha hecho y del mal que ha cometido[5].Por eso, el ejercicio de la libertad está íntimamente relacionado con la ley moral natural, que tiene un carácter universal, expresa la dignidad de toda persona, sienta la base de sus derechos y deberes fundamentales, y, por tanto, en último análisis, de la convivencia justa y pacífica entre las personas.

El uso recto de la libertad es, pues, central en la promoción de la justicia y la paz, que requieren el respeto hacia uno mismo y hacia el otro, aunque se distancie de la propia forma de ser y vivir. De esa actitud brotan los elementos sin los cuales la paz y la justicia se quedan en palabras sin contenido: la confianza recíproca, la capacidad de entablar un diálogo constructivo, la posibilidad del perdón, que tantas veces se quisiera obtener pero que cuesta conceder, la caridad recíproca, la compasión hacia los más débiles, así como la disponibilidad para el sacrificio.

Educar en la justicia

4. En nuestro mundo, en el que el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, más allá de las declaraciones de intenciones, está seriamente amenazo por la extendida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de utilidad, del beneficio y del tener, es importante no separar el concepto de justicia de sus raíces transcendentes. La justicia, en efecto, no es una simple convención humana, ya que lo que es justo no está determinado originariamente por la ley positiva, sino por la identidad profunda del ser humano. La visión integral del hombre es lo que permite no caer en una concepción contractualista de la justicia y abrir también para ella el horizonte de la solidaridad y del amor[6].

No podemos ignorar que ciertas corrientes de la cultura moderna, sostenida por principios económicos racionalistas e individualistas, han sustraído al concepto de justicia sus raíces transcendentes, separándolo de la caridad y la solidaridad: «La “ciudad del hombre” no se promueve sólo con relaciones de derechos y deberes sino, antes y más aún, con relaciones de gratuidad, de misericordia y de comunión. La caridad manifiesta siempre el amor de Dios también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo»[7].

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados» (Mt5,6). Serán saciados porque tienen hambre y sed de relaciones rectas con Dios, consigo mismos, con sus hermanos y hermanas, y con toda la creación.

Educar en la paz

5. «La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra sin la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad»[8].La paz es fruto de la justicia y efecto de la caridad. Y es ante todo don de Dios. Los cristianos creemos que Cristo es nuestra verdadera paz: en Él, en su cruz, Dios ha reconciliado consigo al mundo y ha destruido las barreras que nos separaban a unos de otros (cf. Ef 2,14-18); en Él, hay una única familia reconciliada en el amor.

Pero la paz no es sólo un don que se recibe, sino también una obra que se ha de construir. Para ser verdaderamente constructores de la paz, debemos ser educados en la compasión, la solidaridad, la colaboración, la fraternidad; hemos de ser activos dentro de las comunidades y atentos a despertar las consciencias sobre las cuestiones nacionales e internacionales, así como sobre la importancia de buscar modos adecuados de redistribución de la riqueza, de promoción del crecimiento, de la cooperación al desarrollo y de la resolución de los conflictos. «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios», dice Jesús en el Sermón de la Montaña (Mt5,9).

La paz para todos nace de la justicia de cada uno y ninguno puede eludir este compromiso esencial de promover la justicia, según las propias competencias y responsabilidades. Invito de modo particular a los jóvenes, que mantienen siempre viva la tensión hacia los ideales, a tener la paciencia y constancia de buscar la justicia y la paz, de cultivar el gusto por lo que es justo y verdadero, aun cuando esto pueda comportar sacrificio e ir contracorriente.

Levantar los ojos a Dios

6. Ante el difícil desafío que supone recorrer la vía de la justicia y de la paz, podemos sentirnos tentados de preguntarnos como el salmista: «Levanto mis ojos a los montes: ¿de dónde me vendrá el auxilio?» (Sal 121,1).

Deseo decir con fuerza a todos, y particularmente a los jóvenes: «No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico [...], mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno.

Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?»[9]. El amor se complace en la verdad, es la fuerza que nos hace capaces de comprometernos con la verdad, la justicia, la paz, porque todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (cf. 1 Co 13,1-13).

Queridos jóvenes, vosotros sois un don precioso para la sociedad. No os dejéis vencer por el desánimo ante las dificultades y no os entreguéis a las falsas soluciones, que con frecuencia se presentan como el camino más fácil para superar los problemas. No tengáis miedo de comprometeros, de hacer frente al esfuerzo y al sacrificio, de elegir los caminos que requieren fidelidad y constancia, humildad y dedicación. Vivid con confianza vuestra juventud y esos profundos deseos de felicidad, verdad, belleza y amor verdadero que experimentáis. Vivid con intensidad esta etapa de vuestra vida tan rica y llena de entusiasmo.

Sed conscientes de que vosotros sois un ejemplo y estímulo para los adultos, y lo seréis cuanto más os esforcéis por superar las injusticias y la corrupción, cuanto más deseéis un futuro mejor y os comprometáis en construirlo. Sed conscientes de vuestras capacidades y nunca os encerréis en vosotros mismos, sino sabed trabajar por un futuro más luminoso para todos. Nunca estáis solos. La Iglesia confía en vosotros, os sigue, os anima y desea ofreceros lo que tiene de más valor: la posibilidad de levantar los ojos hacia Dios, de encontrar a Jesucristo, Aquel que es la justicia y la paz.

A todos vosotros, hombres y mujeres preocupados por la causa de la paz. La paz no es un bien ya logrado, sino una meta a la que todos debemos aspirar. Miremos con mayor esperanza al futuro, animémonos mutuamente en nuestro camino, trabajemos para dar a nuestro mundo un rostro más humano y fraterno y sintámonos unidos en la responsabilidad respecto a las jóvenes generaciones de hoy y del mañana, particularmente en educarlas a ser pacíficas y artífices de paz. Consciente de todo ello, os envío estas reflexiones y os dirijo un llamamiento: unamos nuestras fuerzas espirituales, morales y materiales para «educar a los jóvenes en la justicia y la paz».

Vaticano, 8 de diciembre de 2011

BENEDICTUS PP XVI












Notas

[1] Discurso a los Administradores de la Región del Lacio, del Ayuntamiento y de la Provincia de Roma, (14 enero 2011), L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (23 enero 2011), 3.

[2] Comentario al Evangelio de S. Juan, 26,5.

[3] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 11: AAS 101 (2009), 648; cf. Pablo VI, Carta enc. Populorum progressio (26 marzo 1967), 14: AAS 59 (1967), 264.


[5] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 16.

[6]Cf. Discurso en el Bundestag (Berlín, 22 septiembre 2011): L’Osservatore Romano, ed. en lengua española (25 septiembre 2011), 6-7.

[7] Carta enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 6: AAS 101 (2009), 644-645.


[9] Vigilia de oración con los jóvenes (Colonia, 20 agosto 2005): AAS 97 (2005), 885-886.

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