21 de marzo de 2015

El Cabildo de la Catedral de Córdoba destina 100 mil euros a ayudar a los demás...

Según la Agencia de Noticias Zenit.org, el Cabildo de la Catedral de Córdoba va ha hacer una entrega generosa a Cáritas y a otros fines aconfesionales para ayudar a todos los necesitados y servirán para poner en marcha un programa de empleo y ampliar el economato social. La entidad ha destinado más de 16 de millones a proyectos de ayuda social en los últimos 8 años.

Y algunos que quieren quitarle la titularidad a la Iglesia Católica para hacerle entrega del edificio a otras confesiones religiosas... ¿En qué estarán pensando nuestros políticos?


Con motivo del 50 aniversario de Cáritas Diocesana y del 775 aniversario de la Catedral de Córdoba, el Cabildo Catedralicio ha destinado 100 mil euros a esta organización para poner en marcha un programa de empleo, y para ampliar el plan de familias beneficiarias del economato social.

“A lo largo de sus 50 años de trayectoria, Cáritas siempre ha estado con los que más lo necesitan, un compromiso que comparte el Cabildo Catedral de Córdoba y que se traduce en esta aportación de 100.000 euros con la que confiamos en ayudar a que quienes lo están pasando mal encuentren un empleo y a cubrir las necesidades de aquellas familias más desfavorecidas”, ha afirmado el deán presidente del Cabildo de la Catedral de Córdoba, el sacerdote Manuel Pérez Moya.

Con la aportación realizada por el Cabildo, Cáritas pondrá en marcha un plan de empleo para personas en exclusión social que dará lugar a la creación de seis puestos de trabajo. En total, se invertirán en este programa 58.139 euros.  Los restantes 41.861 euros se dedicarán a ampliar la capacidad del economato social de Cáritas para ayudar a 112 familias cordobesas más, ha informado la diócesis de Córdoba.

Esta donación se suma a la realizada hace unas semanas a favor de la diócesis de Picota, en Perú, por un importe de 105 mil euros y forma parte de la labor social que el Cabildo Catedralicio realiza para ayudar a quienes más lo necesitan. Solo en los últimos 8 años, el Cabildo Catedralicio ha destinado 16 millones para proyectos de ayuda social a distintas organizaciones.

20 de marzo de 2015

La Iglesia católica adoctrina: ¡Pues claro!


“Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15).

“El contenido de la clase de Religión es que el ser humano aprenda que hay que dar de comer al hambriento, que hay que vestir al desnudo, visitar al que está enfermo, que el que esté en la cárcel no esté solo. Si eso es adoctrinamiento, que venga Dios y lo vea’”.     

Estas palabras las ha dejado dichas el Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, cuando se le ha preguntado si es que la asignatura de Religión católica se utiliza para adoctrinar al alumnado.

Empecemos por decir qué es eso de “adoctrinar”. Lo dice el Diccionario de la Real Academia Española. Y es esto:

“Instruir a alguien en el conocimiento o enseñanzas de una doctrina, inculcarle determinadas ideas o creencias”.

Por otra parte, la palabra “inculcar”, en su tercera acepción, dice esto otro:

“Infundir con ahínco en el ánimo de alguien una idea, un concepto”.

Entonces, estamos de acuerdo en definir, así dicho, la palabra “adoctrinar” de la siguiente manera:

“Instruir a alguien en el conocimiento o enseñanzas de una doctrina, e infundir con ahínco determinadas ideas o creencias.”

Bien. Parece claro lo que se quiere decir o, al menos, lo que se presume que se quiere decir cuando a alguien se le califica como “adoctrinador”.

Al parecer, la asignatura de Religión católica no debe adoctrinar porque eso es lo que se deduce claramente de las palabras aquí traídas y dichas por Monseñor Osoro.

Pero esto… ¿Ha de ser así?
 
Digamos, para empezar, que en el artículo I de lo referido a los Acuerdos Iglesia-Estado vigentes entre la que lo es católica y el Estado español, en lo tocante a la “Enseñanza y Asuntos Culturales” se dice esto que sigue:

“En todo caso, la educación que se imparta en los centros docentes públicos será respetuosa con los valores de la ética cristiana.”

Es de suponer, por tanto, que los valores de la ética cristiana tendrán que verse reflejados en aquello que se enseñe en los citados centros públicos y, ni qué decir tiene, en aquellos que sean de titularidad eclesial (concertados o privados) Y otra cosa no puede ni debe esperarse.

Algunos han querido interpretar, de las palabras del Arzobispo de Madrid, que la Iglesia no debe adoctrinar; es más que no se adoctrina.

Eso, para seguir, es algo raro y extraño.

Sabemos que adoctrinar quiere decir, en términos generales, transmitir doctrina que viene a significar “Enseñanza que se da para instrucción de alguien”.

Todo, pues, está bastante claro: ¿Cómo no va a enseñar la Iglesia católica en la asignatura “Religión católica” lo que es su doctrina? Y ¿Eso es adoctrinar?: ¡Pues claro que sí!

En realidad, sostener otra cosa es no entender, para nada, lo que ha de ser y significar tal asignatura: ha de adoctrinar, en lo que eso significa y si, además, se enseña a rezar, mucho mejor. Y es que el que esto escribe no ha entendido nunca que siempre se sostenga que en Religión católica no se pueden dar contenido de catequesis: ¿por qué eso? En tal asignatura se ha de enseñar lo que la Iglesia católica, siempre de acuerdo con la legalidad, crea y sepa que es su doctrina. 

Y punto.
Y eso es un derecho de los padres pero, sobre todo, de los alumnos: que se les enseña la doctrina católica. Y es más, deben estar más que contentos en ser adoctrinados en esta materia y no en otras que tienden a la perversión de las criaturas aunque eso, al parecer, está más que bien visto y es la mar de moderno. ¡Ahí no se adoctrina sino que se enseña!
Como diría aquel: ¡Vaya fauna!

El caso es que esto es lo mismo que si de dijera que en la asignatura, pongamos, de Matemáticas, se enseñan operaciones aritméticas. ¿Es que se podría esperar otra cosa?

Pero lo peor de esto no es lo que pretendan los poderes mundanos sino lo que, desde ciertos círculos católicos, se dice y se hace. Eso sí que es malo porque confunde a las ovejas y a los sencillos nos deja patidifusos. Pero del todo.

De todas formas, la cita de arriba del evangelio de san Marcos lo dice todo. Es una pena que haya muchos que lo la entiendan con lo fácil que es entenderla. 

Eleuterio Fernández Guzmán

18 de marzo de 2015

Enseñar es un trabajo bellísimo, lástima que los profesores estén mal pagados



Dice el Papa Francisco que un buen profesor ama con más intensidad al alumno difícil. En audiencia el 14 de marzo del 2015, del Santo Padre recibe a los miembros de la Unión Católica Italiana de Profesores y les recuerda que su trabajo no es solo transmitir contenidos.


Enseñar es un trabajo bellísimo, porque permite ver crecer día tras día a las personas que son confiadas a nuestro cuidado. Es un poco como ser padres, al menos espiritualmente y es una gran responsabilidad. Así lo ha asegurado el papa Francisco en la audiencia con los miembros de la Unión Católica Italiana de Profesores, Dirigentes, Educadores, Formadores (UCIIM). A ellos se ha dirigido como “colegas” porque “también yo he sido profesor como vosotros y conservo un bonito recuerdo de los días pasados en el aula con los estudiantes”. Además, se ha lamentado de que los profesores estén mal pagados, "es una injusticia".

El Papa ha explicado que enseñar es un trabajo serio, que solo una personalidad madura y equilibrada puede asumir. “Un compromiso de este tipo puede intimidar, pero es necesario recordar que ningún profesor está solo: siempre comparte el propio trabajo con otros colegas y con toda la comunidad educativa a la que pertenece”.

Por otro lado el Pontífice ha recordado que esta Asociación ha cumplido 70 años y ha invitado a hacer balance. “En estos años habéis contribuido a hacer crecer el país, habéis contribuido a reformar la escuela, habéis contribuido sobre todo a educar generaciones de jóvenes”, ha observado Francisco.  
Haciendo referencia al mandamiento “ama al Señor tu Dios y a tu prójimo”, el Santo Padre se ha preguntado, “¿quién es el prójimo para un profesor?” El prójimo son sus estudiantes, es con ellos con los que pasa sus días. “¡Son ellos los que esperan de él una guía, una dirección, una respuesta y, antes aún, buenas preguntas!”, ha asegurado.

Por otro lado, ha indicado que el deber de un buen profesor --más incluso en el caso de un profesor cristiano-- es el de amar con mayor intensidad a sus estudiantes más difíciles, más débiles, más desfavorecidos. "Y hay algunos que hacen perder la paciencia, ¡pero a esos debemos amarlos más!", ha exclamado. Así, el Santo Padre ha pedido a los presentes “amar más a los estudiantes ‘difíciles’, a los que no quieren estudiar, a los que se encuentran en situaciones complicadas, a los discapacitados y los extranjeros, que hoy son un gran desafío para la escuela”.

También ha querido recordar que si hoy una asociación profesional de profesores cristianos “quiere testimoniar la propia inspiración, está llamada a comprometerse en las periferias de la escuela, que no pueden ser abandonadas a la marginación, la ignorancia, a la  delincuencia”. En un sociedad a la que le cuesta encontrar puntos de referencia --ha advertido-- es necesario que los jóvenes encuentren en la escuela una referencia positiva. Y esto ocurre si “dentro hay profesores capaces de dar un sentido a la escuela, al estudio y a la cultura, sin reducir todo solo a la transmisión de conocimientos técnicos sino con el objetivo de construir una relación educativa con cada estudiantes, que debe sentirse acogido y amado por lo que es, con todos sus límites y sus potencialidades”. A propósito el Papa ha asegurado a los presentes que deben enseñar no solo contenidos de una materia, sino también los valores de la vida y las costumbres de la vida.

Además, el Obispo de Roma ha recordado que la comunidad cristiana tiene muchos ejemplos de grandes educadores que se han dedicado a colmar las carencias de la formación escolar o a fundar escuelas a su vez. A este punto, ha mencionado a san Juan Bosco. “A estas figuras podéis mirar también vosotros, profesores cristianos, para animar desde dentro una escuela que, a prescindir de su gestión estatal o no estatal, necesita educadores creíbles y testigos de una humanidad madura y completa”, ha exhortado el Pontífice.

Finalmente, el Papa ha subrayado que la enseñanza no es solo un trabajo: es una relación en la que cada profesor debe sentirse por entero implicado como persona, para dar sentido a la tarea educativa hacia los propios alumnos.